Repost: Agustinos Recoletos | Con ocasión de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el Prior general, Fr. Miguel Ángel Hernández, ha dirigido un mensaje a las religiosas y religiosos de la Familia agustino recoleta.
En él se sirve del pasaje evangélico de la Presentación del Señor, festividad en la que se celebra dicha Jornada Mundial, para destacar cómo Dios se manifiesta en lo pequeño, lo sencillo y en lo que aparentemente no cuenta.
De hecho, resalta cómo José y María, una pareja humilde y sencilla, pasaron desapercibidos en el Templo cuando fueron a presentar a Jesús y ofrecieron el modesto sacrificio de dos tórtolas. Sin embargo, señala que llamaron la atención del Espíritu Santo, que suscitó en el anciano Simeón la necesidad de acudir al Templo para descubrir en aquel niño corriente, que era entonces Jesús, la presencia del Dios Altísimo.
También explica que Simeón no se sorprendió de ese hecho extraordinario porque estaba profundamente familiarizado con el Espíritu del Señor. Por eso no se escandalizaba de su forma de proceder. Ello le permitió detectar en ese caso el paso del Señor por su vida.
En este sentido, Fr. Miguel Ángel Hernández recuerda que San Agustín decía tengo miedo de Cristo que pasa. De ese modo, nos advertía que Cristo pasa constantemente por nuestras vidas tratando de darse a conocer de múltiples maneras. Y que el Santo sentía miedo de que no nos diésemos cuenta de ello, cuando la brisa suave del Espíritu nos acariciase, y de que respondiésemos con despreocupación e indiferencia.
Asimismo, aboga por que los cursos de acompañamiento que la escuela In Imum Cordis ofrece a diferentes segmentos de la Orden agustino recoleta les ayuden a familiarizarse con el Espíritu del Señor y aprendan a detectar su paso en sus vidas y a reconocerlo en sus historias.
El Prior general también aprecia la fidelidad de los religiosos mayores y les recuerda que, pese a la posible falta de reconocimiento por su labor, Dios premia esa lealtad mostrando su rostro, como hizo con Simeón y Ana. De igual modo, expresa su convencimiento de que en la Orden se necesitan testigos, también de edad avanzada, que estén familiarizados con las cosas de Dios y con su forma sencilla y, a veces, desconcertante de proceder, y que vivan sus vidas con gratitud.
Fr. Miguel Ángel Hernández concluye su mensaje con el deseo de que la Virgen de la Candelaria ayude a que los religiosos mantengan encendida la llama de la fidelidad.
Comments