Entrevista a Juan Luis González publicada en la web de la Provincia San Nicolás
Juan Luis González es el consejero provincial de educación en la Provincia San Nicolás de Tolentino. Con una larga trayectoria educativa, en este entrevista nos presenta su visión sobre la actualidad y el futuro de este importante apostolado de la Orden.
P. Sabemos que son muchos los años que llevas como profesor y directivo en los colegios que la Provincia de San Nicolás de Tolentino -Orden de Agustinos Recoletos- tiene en España. Seguro que a los visitantes de esta página les gustará conocer los rasgos generales de tu currículo.
R. Mi vida ha estado ligada a la educación, pues desde mi ordenación sacerdotal en 1982 en Marcilla (Navarra) he estado inmerso, de una u otra forma, en el campo educativo. Inicié mi andadura como profesor en el seminario de Lodosa (Navarra, España) desde 1982 hasta 1988. Estuve un año en el colegio de Chiclana (Cádiz, España) y pasé tres años en Colombia, donde obtuve la licenciatura, colaborando en el colegio Agustiniano de San Nicolás. Regresé a España en el 92 destinado a Valladolid como profesor, tutor y responsable de la pastoral hasta el 97, en que fui destinado al colegio Romareda de Zaragoza con las mismas funciones. En el 2000 me nombraron director del colegio y prior de la comunidad hasta el 2006, que regresé de nuevo a Valladolid, en el que sigo y del que soy director titular desde el 2009, compaginándolo como consejero del apostolado educativo y presidente del Equipo de Titularidad.
P. Desde 1992, de forma ininterrumpida, estás dedicado a la educación en colegios de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, Orden de Agustinos Recoletos. ¿Te sientes satisfecho como persona y como religioso en este trabajo educativo?
R. Totalmente. La educación exige entrega y compromiso, sacrificios y buenas dosis de paciencia y perseverancia. Quema mucho el trabajo y la relación con la administración educativa, la atención a los padres y la gerencia de los centros, pero te llenas de alegría en el trato con los alumnos, en sus expectativas y proyectos, en verlos crecer y madurar gracias a tus aportaciones. Te sientes como una madre que ve criar a sus hijos sintiéndose feliz por sus éxitos y sus logros. Alcanzas una alegría y paz interior difícil de explicar.
P. Las Congregaciones religiosas han visto disminuir su número de religiosos educadores de forma muy acusada, casi alarmante, entre ellas los Agustinos Recoletos. ¿Qué valoración haces de este hecho?
R. Desgraciadamente es una realidad y constituye uno de los grandes inconvenientes que nos ha costado encarar. Al final hemos tenido que aceptar la “Misión compartida” más por necesidad que por convicción y no está resultando negativa. En algunos ámbitos hemos salido ganando, porque los seglares aportan una energía especial, cercanía con los problemas diarios y entrega generosa a los centros, pero hemos perdido fuerza en el carisma y vitalidad en la entrega.
P. Ante la disminución de religiosos dedicados al apostolado educativo y el traspaso de funciones y responsabilidades a los seglares, ¿qué medidas se vienen tomando para que el carácter propio de un centro de titularidad “recoleta” se conserve, se adapte y consolide?
R. Es una de las claves y líneas estratégicas que se están potenciando desde el Equipo de Titularidad para afrontar el futuro cercano que se avecina. Pasa por la formación, entendida no solo de manera académica sino a través del conocimiento de nuestros valores y la participación real y directa de la estructura organizativa de nuestros centros. El problema también es generacional, pues se han jubilado muchos de nuestros profesores veteranos, que eran un referente humano de importancia primordial, y nuestros colegios se han poblado de jóvenes docentes, con inquietudes distintas a las conocidas y con problemática diferente, no tan arraigados en el centro y con el centro, y más volátiles y dinámicos que sus predecesores. En la medida que aseguremos esta partida, estaremos en disposición de afrontar con éxito las inquietudes del futuro, que no son pocas.
P. Dados los datos con que cuentas y ciñéndonos a la Provincia agustino-recoleta de San Nicolás de Tolentino-, ¿qué futuro ves al apostolado educativo en esta Provincia? ¿Qué retos hay que afrontar?
El futuro es incierto, pero yo mantengo viva la esperanza de que remontará las dificultades y se impondrá por sus valores y por la fuerza vital que encierra.
En cuanto a los retos, el primero ya se ha apuntado: la escasez de religiosos dedicados a este ministerio, no tanto porque seamos necesarios en las aulas, sino porque nuestra presencia es vital y nuestro compromiso y las aportaciones al ministerio son fundamentales, desde la consagración al testimonio y desde las celebraciones religiosas hasta la estancia en los patios. Los padres reclaman a los religiosos y se sienten más seguros si nos perciben a su lado.
Otro es la consolidación de los equipos directivos liderados por seglares, la incorporación del Equipo de Titularidad u organismo similar y no olvidarnos de la formación de nuestros agentes, tanto en el campo de la espiritualidad como en lo estrictamente académico.
Por último, pondría la viabilidad económica de nuestros colegios y la posibilidad de encarar el futuro frente a leyes contrarias al carácter propio de los centros.
P. De igual manera que en la historia de la Iglesia ha habido ministerios que han desaparecido porque ya no eran necesarios en la sociedad a causa de la evolución de las cosas, ¿no ocurrirá lo mismo en el ministerio del apostolado educativo o consideras que este ministerio tiene tal importancia que la Iglesia no puede hacer dejación de él?
Creo que este ministerio tiene una importancia fundamental y habrá que hacer todo lo posible para que permanezca en el tiempo, porque la Iglesia y la sociedad lo necesitan. En muchos ámbitos será la única posibilidad para que la Iglesia pueda proclamar su mensaje y, hoy por hoy, constituye un adecuado trampolín y la plataforma de evangelización más adecuada para proclamar nuestros valores y educar a los jóvenes del futuro. Perder la educación constituiría un fracaso y sería una gran tragedia.
P. ¿Qué valores de la espiritualidad y tradición agustino-recoleta crees que pueden producir un mayor impacto e influencia en la sociedad actual?
En primer lugar y, sin duda ninguna, la interioridad, que cada vez se va haciendo más necesaria y que la reclaman tanto los alumnos como los profesores. Es como la matrona que convierte en alumbramiento la verdad que profesamos y que cada uno descubre en su interior. Y añadiría las dos que son eje del lema y objetivos de este curso: “buscadores de la verdad” porque, como hizo en su día San Agustín, también los jóvenes de hoy deben ser incansables buscadores de esa verdad que puede saciar su vida de sentido y significado. Interioridad, búsqueda y verdad son permanentes.
P. La Provincia de San Nicolás de Tolentino, de la Orden de Agustinos Recoletos, está celebrando el IV Centenario de su nacimiento –1621-2021–, titular de cinco colegios. ¿Qué actos conmemorativos más reseñables se tiene previstos en el marco de este IV Centenario?
Respecto al IV Centenario y, aprovechándonos de las nuevas tecnologías, ya hemos realizado un par de reuniones entre los directores generales y titulares de nuestros cinco colegios -los tres de España, el de México y el de Costa Rica-. Comenzaremos con unas biografías en honor y recuerdo de nuestros docentes fallecidos y continuaremos con dos charlas para los docentes de nuestros colegios. Habrá reuniones entre los departamentos de pastoral, de orientación, de directores y coordinadores de nivel y una más para relacionarse los religiosos que actualmente trabajan en este apostolado. Como colofón, cada centro plantará un árbol, símbolo de nuestro compromiso ecológico en sintonía con la encíclica Laudato si’ del papa Francisco.
P. Recientemente se ha aprobado la LOMLOE, llamada ley Celaá, ¿qué repercusiones va a tener la aplicación de esta ley orgánica en la vida de los colegios de iniciativa social y que son concertados?
Muchas y desgraciadamente muy negativas, porque atenta directamente contra la libertad de elección por parte de los padres, que no podrán traer sus hijos al colegio que deseen sino al que les ofrezca la administración, con lo que unido al descenso de natalidad propiciará que los lleven primero a la enseñanza pública y, si sobra sitio, a la concertada, eliminando la demanda social y convirtiendo a la concertada en subsidiaria de la enseñanza pública, limitando los derechos de los titulares de los centros y de las familias y sometiendo la libertad de elección a la planificación estrictamente administrativa, poniendo en riesgo la continuidad de numerosas unidades concertadas. Esta ley es un despropósito y una verdadera calamidad, la mires por donde la mires.
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